Paula se mira frente a un espejo puesto de manera improvisada sobre una columna roja. Realiza un performance siguiendo las instrucciones en forma de verso que recita el locutor. Tiene una falda azul celeste y una blusa blanca. Debajo de su hombro derecho la figura de un dragón tatuado, como los que tienen las princesas de oriente en las películas de Jackie Chan, hacen aún más atractiva a esta puta poeta. La gente del bar que desde sus sillas, no pueden ver el espectáculo, tienen que acercarse y ponerse de cuclillas para dejar ver a quienes sí se encuentran cerca. La mayoría de los presentes están pendientes de cada verso y de cada movimiento, algunos más osados deciden tomar fotos.
A unos metros del espectáculo, se encuentra la entrada del bar arriba de la calle cuarenta y cinco sobre la carrera Séptima Y allí se encuentra una figura similar a los llamados “jaladores” de los prostibulos de Bogotá. Sólo que este jalador no parece un saca borrachos, no es grande, fornido, ni tiene un chaleco fosforescente. Más bien tiene el aspecto de un bohemio o, para los cachacos, de un cuentero de Chapinero.
—Hola ¿vienen al evento? La entrada vale siete mil he incluye una cerveza y una lectura de nuestras putas poetas.
Unas escaleras en mármol descienden hacia una puerta de madera. Gato A Go-Go Café – Sala de Artes. Al lado del letrero, una cartelera con las bebidas; vino caliente, capuchino, café expreso. Es un sitio que desde afuera tiene aspecto londinense, como los bares por los que transita Harry Potter, junto al semi gigante Hagrid. O como el Cavern club, lugar donde The Beatles hacían sus primeras presentaciones.
Al cruzar la puerta, los visitantes se encuentran con Tatiana Carolina Pedraza, una mujer madura quien por la experiencia de los años sabe que es lo que quieren los hombres, en cuanto a tipo de mujeres se trata. Ella desde su banco, es la encargada de recibir las entradas y dar las fichas de póker, con las cuales se puede reclamar un momento agradable con las putas poetas.
En vez de barras y mesas destinadas a bailes eróticos, se encuentra sofás y cojines como si estuviéramos en los 50’s en algún apartamento neoyorkino. En vez de música reggaeton en el ambiente, las big bands y el swing al estilo de The Supremes o Miles Davis nos acompañan de fondo. En vez de olor a aguardiente, aroma de café. El sitio tiene un estilo vintage, pero, a la vez pasar un rato allá es una experiencia que combina el paso musical de varias décadas con la modernidad. Al lado de los sofás tenemos velos blancos que caen desde el techo. Las paredes en ladrillo generan un ambiente rústico. En el fondo del bar donde se encuentran las poetas, antes de salir a hacer su presentación, tenemos una pared donde están pintados los carros y la calle de la caratula del Abbey Road, pero sin los Beatles. Justo al lado, en otra pared, un mural con la escena del comienzo del video de la canción Day Tripper del mismo grupo.
Luna Enciso se convierte en Madame María Melena y saluda a los asistentes. Es una mujer de labios carmesí provocadores, cachetes rosados al igual que su vestido, similar al de una muñeca clásica, sólo que esta es sugestiva. Madame fue quien trajo la idea de un burdel poético desde Barcelona, dónde participó en el prostíbulo poético recreado por Kiely Sweatt, madame Eva León, una de las integrantes del Poetry Brothel de Nueva York, la idea original.
—Me encontraba buscando información sobre un taller de literatura erótica. Mientras buscaba de blog en blog, me topé el burdel poético. Mande mis textos les gustaron y empecé el viaje con ellos.
En los sofás se encuentra una hoja con el catálogo de poetas. Son cuatro poetisas y dos poetas, cada uno cuenta con una breve descripción de un renglón, que basta para seducir al lector que a su vez es el cliente. Las fichas cuestan mil pesos y valen por una lectura, se consiguen con Madame María Melena, quien es la proxeneta, de ahí el "madame".
Laura Suarez (Pythia): Según el catalogo “ Cansada de recorrer caminos, la gitana ha decidido descansar. Entonces, preferirá escribir en tu mano antes que leerla, y te sacará el corazón si quisiese tenerlo.” Esta vestida con una falda que pareciera ser una bandera de los colores morado, blanco, gris y negro, en ese orden. Tiene gafas y es delgada como una gitana. El acto de ella consiste en el arte de la quiromancia (leer las manos)
—Las manos se leen en su totalidad, incluso las líneas entre los dedos.
Con sinceridad, Pythia le pronostica a sus clientes males de amor, accidentes, he incluso tumores en el cerebro. Aunque también pronostica amores y fortuna. Cuando Pythia no recibe clientes, no desaprovecha el tiempo. Se para y se dirige hacia un sofá cercano, donde se encuentra una mujer morena, de pelo crespo, gafas y un sombrero. Cuando estas mujeres se encuentran se besan desenfrenadamente. Quizás en las líneas de la mano de Pythia, alguien predestinó que sus labios besarían con tal pasión a aquella mujer por siempre.
Carolina Pascagaza (Aitanjana):. “Mujer que danza entre las fronteras de la luz y la penumbra, en el umbral de la sonrisa y las lágrimas.”. Tiene una actitud fetichista, por la que su acto consiste en leer un poema al oído de los clientes mientras los sujeta con un látigo en le cuello. Sus vestimentas no dejar ver mucha piel, esta vestida de negro tiene guantes y botas puntiagudas. Pero esto no evitar caer en sus encantos, porque estos salen por su boca en forma de versos lujuriosos.
Dario Beltrán (Levi): “Sirviente de la poesía. Mayordomo de las palabras.. “. Colabora con la cuota masculina y galante del grupo. Su acto consiste en tapar los ojos de sus clientes, con una voz gruesa y sensualidad vampiresa, les hace pasar un buen rato a las damas del lugar.
El público que asiste a este espectáculo parece satisfecho, sin embargo, si su libido aumenta, las putas poetas estarán dispuestas a seguir llenándolos de fruición. Su lujuria así como sus letras, no tiene limites.
Entre poesías transcurre el novedoso evento, el cual es una apuesta diferente por la poesía y el placer. Rondan las poetas de un lado a otro, como también ronda el dueño del bar documentando el evento. Los clientes están felices, como seguramente lo están los clientes de un burdel ordinario en cualquier otro lugar de la ciudad. Pero en este cabaret las poesías, buena música y sensualidad. Se contraponen al ambiente machista, decadente, sucio y peligroso de los burdeles convencionales.
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